top of page
Buscar
  • Ayto. Barbate. Inmaculada Puyol Glez. Psicóloga.

VIVIR versus SOBREVIVIR

La crisis económica desatada por la pandemia, ha sido la gota que ha colmado el vaso para muchas familias o personas que ya antes del confinamiento andaban en la cuerda floja.

Advertía ya el año pasado un estudio realizado por Cáritas a través de su fundación de estudios sociales aplicados FOESSA, la cifra de seis millones de personas, la población vulnerable que podía llegar a caer en la exclusión social de producirse un ligero empeoramiento de la economía. Resulta que el peor de los pronósticos se ha cumplido.


Aunque la crisis sanitaria ha llevado a familias de clase media a la exclusión social, ellas no son las únicas víctimas. Antes ya había 4,5 millones de personas en exclusión moderada, y otros 4,1 millones que padecían exclusión severa y, dentro de este último grupo, 2,2 millones de personas que además sufrían privación material grave. Son ahora y eran ya, hogares donde con frecuencia todos sus miembros estaban en paro y en la mayoría de los casos sin ningún tipo ingresos, donde comer carne, pollo o pescado era una celebración ese día, donde viviendas con calefacción o aire acondicionado era un sueño, e incluso un lujo en muchas que no se te lluevan los techos, más aún contar con poder afrontar cualquier tipo de gastos imprevistos, los más extremos suelen arrastrar deudas, carecen de coche, teléfono, televisor o lavadora. Esos hogares salvaban y salvan aún con mayores esfuerzos hoy sus necesidades más básicas, y por desgracia ello no siempre sucede.


En estos momento familias que vivían al día con lo justito, en muchos casos gracias a la economía sumergida, han visto como de un día para otro han perdido sus fuentes de ingresos y, la gran mayoría de ellas sin una red de apoyo familiar donde poder acudir.


Esta crisis ha traído consigo que el número de las solicitudes de ayuda que ya llegaban a las organizaciones solidarias y a los Servicios Sociales procedentes de los hogares que ya eran vulnerables antes de la aparición del coronavirus, se hayan incrementado de manera exponencial, produciéndose una gran necesidad de nuevos o reestructuración de los recursos tanto humanos como económicos, para intentar hacer frente a las necesidades básicas de tantas familias.


A las dificultades económicas hay que sumarle el hecho constatado de la cronicidad en los colectivos más vulnerables de ser propensos especialmente a padecer adicciones, y a una incidencia mayor en trastornos de tipo emocional o de salud mental, lo que conlleva que la situación de confinamiento en los hogares llegue a veces a ser extrema. Ello ha requerido sumar todas las fuerzas existentes mediante la coordinación con las Administraciones públicas, intentando buscar soluciones que puedan dar respuesta a todas y cada una de las emergencias que cada día van surgiendo.


Una encuesta realizada a inicios de la pandemia ha medido entre otros parámetros, la situación económica y laboral, el estado de ánimo y los recursos de los que disponen las familias vulnerables, ofreciendo información sobre ámbitos que a continuación se detallan.


Respecto al empleo, la economía sumergida, el hecho de la vinculación total o parcial de gran parte de esta población a ella (el trapicheo, los chapús, las empleadas de hogar, la subsistencia con papeletas, manualidades, recogida de chatarra, mercadillos, la recolección y venta de espárragos, targarninas o productos de temporada, la venta ambulante, etc.) ha expuesto muchísimo más a estas familias al desempleo, donde el caso más generalizado son los hogares donde ambos progenitores han perdido el empleo (eso, si previamente lo tenían), dejándolas casi fuera o fuera por completo de todas las medidas que se han ido tomando de poder recibir algún tipo de prestación. En estas fechas hay un ápice de esperanza, y lo tienen puesto en el anunciado ingreso mínimo vital que se prevé aplicar aunque probablemente a finales del mes próximo o al siguiente.


En el ámbito emocional, el 41% de los encuestados manifiesta que los niveles de estrés y los problemas de convivencia han aumentado, en gran medida a causa de las malas condiciones de habitabilidad y el tamaño reducido de sus viviendas, en las que incluso viven miembros de tres generaciones diferentes bajo un mismo techo. Así mismo, las mujeres refieren mayores problemas emocionales, y mucho cansancio pues suelen tener una carga superior de cuidados y de estrés por el confinamiento.


Los menores y no tan menores, con miedo y sin medios tecnológicos para seguir su curso escolar, siendo este sector poblacional el más castigado por la tasa de abandono, donde un factor principal que ayuda a mermar el mismo es la vinculación con el centro, ahora casi inexistente.


El cierre de los centros escolares ha incrementado mucho más la brecha y las desigualdades que ya antes existían, cuando es el acceso a la educación el que permite que todos los niños y niñas tengan las mismas oportunidades; y ¿qué ha sucedido? pues que de golpe toda la educación se realiza exclusivamente Online, por Internet, y no todos tienen los medios para hacerlo en igual medida cuando sin embargo la mayoría de los centros tiene alumnado vulnerable. El reto está en ofrecer todos los medios y herramientas necesarias tanto a progenitores como a los alumnos, ya que un elevado número de adres y madres por desconocimiento o experiencias de vida, no son capaces de apoyar a sus hijos en las tareas, especialmente si están en cursos altos, o no saben manejarse para acceder a la plataforma Online, o no hablan el idioma, o no se dispone en el hogar de ordenador, táblet, teléfono, Internet, tienen solo un móvil para seis hijos o el ordenador del que disponen es un equipo viejo que no permite el funcionamiento adecuado de las plataformas educativas. Un 48,6% indica la encuesta, tienen dificultades para acceder a los materiales que les facilitan los centros escolares, prácticamente la mitad de los alumnos de las familias vulnerables.


Es muy necesario identificar el alumnado que no dispone de ordenador y agilizar servicios de préstamo, donación, etc. para que puedan seguir las clases a distancia. Igualmente dar prioridad al seguimiento y apoyo del alumnado con necesidades educativas especiales o dificultades de aprendizaje.


Organizaciones como Cruz Roja, Médicos Sin Fronteras, Save The Children, Cáritas, voluntarios civiles, religiosos, farmacéuticos, militares, policías locales, nacionales, guardia civil, bomberos, protección civil, asociaciones locales, Servicios Sociales, etc. están realizando un monumental esfuerzo para poder atender, especialmente a los colectivos más vulnerables durante estos días, semanas ya casi 2 meses de confinamiento, reestructurando sus recursos humanos y económicos, poniendo en marcha medidas para hacer frente a la situación intentando no dejar a nadie atrás.


La Federación Española de Bancos de Alimentos, que agrupa a los 54 Bancos de Alimentos que hay en España, ha establecido un dispositivo de servicios mínimos para garantizar que ninguna persona se quede al menos sin comida, otras medidas solidarias están enfocadas a las personas mayores o con movilidad reducida a quienes se les hace la compra de alimentos o medicamentos, entre muchísimas más.


Cáritas estima que el número de desempleados se elevará hasta los 800.000 durante los meses de abril y mayo (muchos de ellos trabajadores de la hostelería), y que en menos de tres meses 300.000 trabajadores autónomos verán muy afectada su actividad económica. A todo ello hay que sumar los millones de personas que están inmersos en un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE).


El 60,5% de las familias que ya se atendían antes de la emergencia han visto alterada su situación laboral tan solo la primera semana de confinamiento. Anterior a la crisis sanitaria ya había 2.4 millones de niños que vivían en situación de pobreza o exclusión, cuyos padecimientos se han multiplicado, y sin olvidar a la población que carece de hogar, los inmigrantes, etc.


Lo que trasmite el coordinador general de todo el dispositivo de Cruz Roja no es más halagüeño. Esas familias que en su mayoría vivían al día han visto cómo en pocas semanas se agotaban sus fuentes de recursos e ingresos. A las familias que se entregaban alimentos se han sumado miles, produciéndose escenas de comedores absolutamente desbordados.


El Banco de Alimentos ha tenido que lanzar un S.O.S. para pedir donaciones de alimentos a las personas con recursos.


Pese a que se dijo que nadie se quedaría sin luz o agua, hay hogares que se están enfrentando al corte de suministros, y también se están constatando problemas para pagar la vivienda, pues las ayudas tardan en llegar.


Estas situaciones son dramáticas, y se hace necesario también poner voz no solo a ellas, también a la situación que vendrá tras la crisis sanitaria, y tasladar con pelos y señales que será muy difícil para muchos según atestiguan los estudios que se están realizando.


La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) alertó que 135 millones personas de 55 países ya estaban a finales de 2019 en situación de hambre aguda, y que el hambre se va a acentuar con la crisis del coronavirus, duplicándose el número de personas en situación de crisis alimentaria. Según el Programa Mundial de Alimentos más de 250 millones de personas no tendrán qué llevarse a la boca.



A pesar de todos los esfuerzos que se están realizando desde las Administraciones Públicas y las organizaciones civiles por paliar los efectos de esta crisis sanitaria en las familias más vulnerables, la cifra de los 12 millones de personas en riesgo de pobreza o exclusión, se disparará en extremo si no se aplica mayor dotación presupuestaria a las medidas de protección social, afirman desde la Red Europea de la Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social.


Son dos los factores que mayormente influirán en el aumento de la tasa de pobreza y exclusión en España, uno la duración de la crisis sanitaria y dos el sistema de protección social que se implemente desde las Administraciones.


Esta crisis sanitaria está sirviendo para levantar la alfombra y ver los problemas que ya antes había pero no todos querían ver, problemas como la extremad soledad de muchas personas y la vulnerabilidad de muchas familias y personas, para ver que el sistema tiene déficits, y que somos muchos quienes si no ya antes, sí ahora, se están cuestionando nuestro modelo de sociedad. Aunque a la vez esta crisis nos está mostrando otro lado con una lectura tremendamente positiva: la solidaridad.


Aprovecho esta publicación para dar las gracias, mi apoyo, ánimo y fuerzas, a todos quienes individual o colectivamente a través de su trabajo o colaboración altruista con la Administración Pública o Entidades Solidarias, a todos quienes os entregáis y os esforzáis aún más en estos momentos por intentar hacer más fáciles estos días a quienes más difícil lo tienen. En especial a todos y cada uno de mis compañer@s de los Servicios Sociales Comunitarios del Ayuntamiento de Barbate, y más en concreto al equipo del que formo parte, a l@s integrantes del Plan de Zona Desfavorecida Montaraz.


Informar también que la Consejería de Salud y Familias ha habilitado dos líneas de atención telefónica destinadas a las familias ante el estado de alarma derivado de la pandemia por coronavirus y que abajo se detallan.


Una de ellas está destinada a la atención psicológica a las familias en general, y la otra es específica para la atención infantil temprana de familias con menores de seis años que padecen trastornos del desarrollo o están en riesgo de presentarlos.


"MUCHA GENTE PEQUEÑA, EN LUGARES PEQUEÑOS, HACIENDO COSAS PEQUEÑAS, PUEDE CAMBIAR EL MUNDO"

Eduardo Galeano


Aquí y Ahora

Un cariñoso abrazo virtual.













bottom of page