Los niños pequeños, tienen entre sus deseos recibir la atención de los padres las 24 horas, y esta situación en ese sentido les entusiasma, pero ¿y los adolescentes, qué sucede con ellos? pues normalmente sucede que sienten lo contrario.
Si para un adulto ya se hace cuesta arriba el confinamiento, para un adolescente resulta más duro si cabe, anhelan estar entre sus iguales ¿cómo se supone que una gran mayoría no deben estar aburridos si no pueden ir a pasear, a bailar, a jugar al Fortnite a la casa de algún amigo, ir a ver su chico o chica, echar ese partido, patinar, reunirse con su pandilla, etc.? ¿Qué pasa con sus planes alterados? se han cerrado los institutos, cancelado los eventos, muchos se están perdiendo algunos de los momentos más importantes de sus jóvenes vidas, y también están preocupados por las clases, los próximos exámenes, las solicitudes de la universidad, las becas y cómo esto afectará a su futuro.
Entendamos su frustración por no ver a los amigos, para los adolescentes y adultos jóvenes, los amigos son muy importantes y es muy frustrante estar separados de ellos.
Es un buen momento para recordar nuestra propia adolescencia, y ponernos en la piel de ellos nos puede ayudar a comprender sus cambios de humor y cómo pueden estar viviendo esta situación. El encierro forzoso no es plato de buen gusto en ninguna etapa de la vida, menos en aquella en la que casi lo más importante es el grupo de sus iguales. El mayor castigo para ellos suele ser el famoso “hoy no sales”, o su su variante moderna, “te quito el móvil", ya que viene a ser lo mismo, sin móvil, no hay contactos con los amigos.
Es una etapa de significativos cambios emocionales, en la que se incrementa la búsqueda y consolidación de la propia identidad, la búsqueda de autonomía, el desarrollo y consolidación de la autoestima, la alta necesidad de sentirse vinculado a un grupo de iguales, entre muchos otros.
Durante el confinamiento muchos padres han visto de frente la poca comunicación que hay a nivel familiar con sus hijos adolescentes. En el día a día se da poco diálogo y muy banal, del tipo ¿qué tal te ha ido el día?. Debemos diferenciar si ya había esa dificultad de antemano. Si llevan mucho tiempo quizás no es el momento de poner grandes normas, porque lo que queremos es pasar por esto como mejor podamos todos, pero sin embargo sí es un fantástico momento para reflexionar acerca de esa situación.
Intente proporcionarle un espacio para que comparta cómo se siente, exprese su confianza en la capacidad de su hijo para sobrellevar estos momentos. Escuche y valide esos sentimientos, no los juzgues, ni menosprecies, y luego sea directo sobre cómo podrían trabajar juntos para hacer que esta situación sea productiva y beneficiosa para todos. Valide su decepción, diciéndole que es normal y está bien sentirte ansioso en este momento, está bien sentirte asustado, preocupado, enojado, ello le ayudará aceptar los sentimientos que tiene en lugar de luchar contra ellos, decirles que todos tenemos esos sentimientos, que es fastidioso, que vamos a estar triste, enfadados, a veces ansiosos, impotentes, confundidos, y todo eso vale, pero ¿y ahora, qué tenemos que hacer? ¿qué podemos hacer con lo que sentimos?
Cuando estamos bajo condiciones difíciles, es útil dividir el problema en dos categorías, cosas sobre las que puedo hacer algo y cosas sobre las que no puedo hacer nada. Hay muchas cosas que caen en esa segunda categoría en este momento.
Expresarle que perderse esos ratos con los amigos, salidas de ocio o partidos, son pérdidas importantes y que lo mejor para ayudarles a lidiar con esta decepción es que expresen sus sentimientos. Eso sí, recordar que cada uno procesara sus sentimientos de forma diferente, algunos se centrarán en leer, dibujar, escuchar música, otros querrán hablar sobre ellos con sus amigos, otros lo compartirán también con sus padres y madres.
Ante una situación extrema, tenemos también dos opciones, podemos venirnos abajo, desesperarnos y entrar en conflicto, o bien aprovecharlo para replantearnos aspectos de nuestras vidas, crecer emocionalmente y tejer vínculos más sanos entre nosotros y nuestra familia. Esto requiere tiempo, un tiempo que ahora sí tenemos, nos dice la experta pedagoga Eva Bach.
Una reciente encuesta, reflejó que un 72% de los adolescentes encuestados han manifestado que les ha servido para reforzar la comunicación y el vínculo con sus padres, un 23% decía que sólo en algunos aspectos o que ya era buena, y tan solo un 2% ha dicho que no, decían que, aunque no lo demuestren, quieren muchísimo a su familia. También que si se encierran en su mundo es para conectarse con ellos mismos, porque también tienen miedo y sufren. Por eso, aunque no lo parezca, ellos también necesitan palabras de consuelo. De hecho, una de las peticiones para los padres y madres es que les dejen hacer cosas en su habitación a puerta cerrada, Eva Bach propone que organicen una parte del día a su manera. También dicen que los educadores ponen muchos deberes, y reclaman su espacio para organizarse.
¿Sobre sus miedos sobre el coronavirus, cómo se les debe hablar? la respuesta es contundente, ellos ya saben todo, normalmente los padres y madres estamos mucho más alejados de la realidad inmediata que los adolescentes, porque ellos suelen estar mucho más expuestos a los social-media a través del teléfono, el PC, la televisión, la tablet. Asegurémonos, eso sí, de recordarles que deben utilizar fuentes fiables para informarse y que tienen que comprobar cualquier dato que reciban por redes sociales si es veraz.
Convivir de forma forzosa en plena crisis del coronavirus no tiene por qué ser un continuo enfrentamiento si padres, madres y adolescentes hacen bien su trabajo, la experiencia puede reforzar a toda la familia.
la clave es la flexibilidad, repetir doce veces "recoge tu cuarto" como si los hijos son el colmo del pasotismo, no ayuda. Ninguno en esta convivencia forzada quiere estar “de mal rollo” con el otro y prefiere vivir esta situación en armonía. Lo primero que habría que hacer es tener una conversación entre todos los miembros de la familia exponiendo cada uno de ellos lo que es importante de cara a la relación y a esa convivencia. En esa charla hablaríamos de obligaciones propias, obligaciones dentro de las tareas familiares, tiempos libres, espacios en familia y espacios personales. En base a lo que se vaya diciendo se puede establecer la forma de actuar.
El tema de la privacidad es fundamental para ellos. En busca de esta privacidad, los adolescentes se van a aislar más, van a estar muy atentos a que no se invada la misma. Cuando quieren que los dejen en paz, indican su necesidad de momentos a solas o de conexión con sus iguales. ¿Deben usar el teléfono sin restricción? pues los adolescentes, en general, tienen su propio teléfono, la respuesta es sí, pero ojo deben establecerse horarios para su uso si es incesante y respetar su intimidad, no bombardearles con interrogatorios constantes sobre sus llamadas.
Evitar el aislamiento social es muy importante para ellos. Si les ayudamos planteando alternativas de relación social, todos los miembros de la familia lo agradecerán y el nivel de estrés y enfado adolescente decrecerá. Además, para evitar que ese contacto con sus amigos se resuma en redes sociales y juegos online podemos incorporar alternativas en las que a través de vídeo llamada puedan hacer distintas cosas con amigos como estudiar, quedar a comer, hacer deporte o incluso hacer juegos similares a los de mesa.
Hay que intentar equilibrar, pues ni un extremo ni el otro son recomendables. Por ejemplo los adolescentes que no quieren salir de su habitación ni para comer, son proclives a generar más ansiedad o estado de ánimo bajo, incluso depresión, que se va a manifestar a través de los siguientes síntomas: dificultad para conciliar el sueño, pensamientos negativos constantes, falta de energía o falta de disfrute ante cualquier actividad. Si la familia se encuentra en esta situación es necesario entonces, que los adultos de su entorno familiar regulen las actividades de sus hijos.
Implantar una rutina diaria puede ayudar a los adolescentes, sabiendo que además de su necesidad del contacto social tienen también sus responsabilidades, especialmente académicas. Crear un cronograma realista para realizar sus tareas obligatorias diarias, con períodos de descansos y momentos para socializar sería recomendable. Reforzarles el sentimiento de auto eficacia ante el miedo de no poder cubrirlas todas, estando organizados y siendo disciplinados se logra.
Un ejemplo podría ser una jornada que comenzara a las 9 horas, con un tiempo después de levantarse para arreglar su habitación, el aseo personal y el desayuno. A partir de las 10h y hasta las 14h horas, con una pausa de unos treinta minutos de descanso, atender a sus tareas académicas. Desde las 14h y hasta las 16.30h tiempo libre para comer, ver la televisión, jugar y socializar, ya sea a través de chats, llamadas, vídeo llamadas o jugar a vídeos juegos de consola. Y volver a las 16.30h hasta las 18 h con las actividades que queden pendientes. Posteriormente, unos 30 minutos para actividad física que pueden hacer conjuntamente con otros amigos vendría muy bien. Tras ello la merienda, y a partir de entonces, todo el tiempo a libre disposición para que puedan dedicarlo al esparcimiento y, sobre todo, a la socialización. Es importante que los adolescentes pasen tiempo con sus amigos como que también saquen adelante sus responsabilidades académicas. Saber definir los tiempos para cada una, y ver que hay tiempo para todo. Es fácil distraerse durante las tareas, sería bueno desconectar el móvil cuando estamos con ellas, o usarlo solo para consultar dudas a compañeros.
Fomentar los hábitos saludables también muy importante, les irá mejor durante este tiempo si duermen solo las horas suficientes, comen saludablemente y hacen ejercicio regularmente. Perder las rutinas puede ser una gran fuente de estrés, y dormir demasiado, ya que hay más capacidad para dormir en casa, no es nada recomendable, aunque descansar es importante en estos momentos también lo es estar activo.
Y como no, reservar tiempo para la familia. Estamos todos juntos en casa, es importante que en esa charla sobre cómo vamos a organizarnos en tiempos de cuarentena incluyamos un apartado a concretar lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer por acuerdo común. Pensar alternativas para hacer todos juntos pero nunca hay que imponerlas. Desempolvar el vínculo lúdico, los juegos de mesa entre toda la familia son una gran opción, o la cocina, que en el caso de los adolescentes está funcionando muy bien. Sin olvidar que hay que llegar a acuerdos, y todo se debe hacer desde el sentido común.
Hay tres claves para evitar discusiones con un adolescente encerrado, son:
- Trabajar desde la comunicación para que que entienda que llegar a acuerdos es fundamental para todos.
- Fomentar la confianza en ellos, que sepa que vamos a cumplir lo que hemos planteado siempre y cuando ellos también lo respeten.
- Y transmitir que le trataremos como una persona madura en la medida en que muestre su madurez.
Propuestas de enlaces web de actividades educativas, de entretenimiento y ocio, ninguna en esta entrada dedicada a los adolescentes, nadie mejor que ellos saben manejarse en esa cuestión y saben perfectamente acudir y encontrar aquellas que más le gratifican.
MADRES, PADRES, ADOLESCENTES… VEMOS LA INCOMPRENSIÓN COMO UN FRACASO. TUS LÍMITES Y CÁRCELES SON EL MILAGRO. AMA TUS LIMITES, ACÉPTALOS AMOROSAMENTE, PORQUE CUANDO ELLO SUCEDE ESTAS ANTE LA MARAVILLOSA OPORTUNIDAD DE ABRIRTE MÁS Y MÁS…
Aquí y Ahora
Un cariñoso abrazo virtual.
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