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Ayto. Barbate. Inmaculada Puyol Glez. Psicóloga.

CUIDÁNDOTE, ME CUIDAS. YO TAMBIÉN OS NECESITO.

Estos días la vida de millones de personas ha cambiado y, entre ellos están las personas que continúan en sus puestos de trabajo, para que el resto podamos quedarnos en casa protegiendo nuestra salud y la de todos.


El personal sanitario y no sanitario de los centros, las fuerzas del orden público, bomberos, protección civil, los servicios sociales y de salud mental, transportistas, limpiadores, trabajadores del sector alimenticio, técnicos reparadores, obreros de la construcción, voluntarios de asociaciones, voluntarios altruistas y muchos más trabajadores o cuidadores continúan fuera y, en muchos casos incluso no siendo debidamente protegidas frente al virus, expuestas a un posible contagio ellos y sus familiares. Muchos de ellos, especialmente los sanitarios y el personal de servicios sociales, se encuentran con frecuencia sometidos a situaciones potencialmente traumatizantes, que podrían conllevar a desarrollar a medio o a largo plazo el síndrome de burn out, el de estrés post traumático, u otras patologías dependiendo de la situación y la persona.

Por ello es muy importante prevenir e intentar disminuir el impacto sobre la salud psicológica que ya se produce y la que se prevee y observar cómo se está viviéndo, pues son muchas las experiencias, muchas las emociones, sentimientos y pensamientos que se experimentan.


Según un estudio realizado en China (población con mayor resilencia que la occidental), por el Dr. Gasull , es de esperar un aumento de problemas de salud mental en los profesionales sanitarios, teniendo como referencia los resultados de ese estudio llevado a cabo en un total de 34 hospitales de China, en el que participaron 1.257 sanitarios que habían tratado a pacientes con Covid 19. Según dicho estudio, el 50,4% de estos profesionales presentó depresión; 45% sufría ansiedad, y 35% reportaba problemas de insomnio durante el ejercicio de su labor. Queda por ver que sucede una vez volvamos a la “cuasi” normalidad.

Es beneficioso que en el puesto de trabajo tengan un espacio previo al incio donde comenzar la jornada con alguna práctica de mindfullnes o relajación, así como al final del día otro para compartir sus vivencias y las propias emociones con sus compañeros de trabajo. Existe un método llamado “Defusing” que bien dirigido por un profesional psicólogo conocedor en profundidad del mismo podría aplicarse en los centros, para que las personas se marchen a su hogar más libres de esa carga emocional extra y poder acudir más fortalecidos emocionalmente el próximo día.


Durante los primeros días de la crisis y algunos más, al apenas existir medios de protección, el enfado, la impotencia y el miedo al contagio eran los sentimientos más frecuentes en sus puestos de trabajo, a los que se suma la preocupación por el contagio al resto de sus familiares.


Desempeñar su labor en esas situaciones emocionalmente difíciles, supone un sobreesfuerzo a nivel mental y en muchos casos también físico, estando a veces constantemente pensando en los riesgos de contagio, o por el contrario evitando pensar en la situación para poder continuar con su labor.


Conforme van pasando los días, esas personas van sintiéndose cada vez más agotadas mental y físicamente, y como es lógico a las situaciones del trabajo se nos unen las de la vida personal o familiar que se estén viviendo.


Cuando estas personas llegan a sus casas, es cuando se supone que pueden permitirse parar, y se encuentran en un lugar seguro donde poder expresar como se están sintiendo y como están viviendo esta situación. Pero ello no siempre ocurre por diferentes motivos, si vives solo/a o es lógico también llegar a casa y encontrarse a los familiares que también llevan sus días de confinamiento en ella, con sus necesidades y demandas particulares. Ambas situaciones son diferentes, pero en ambas hay que intentar cuidar a las personas que conviven diariamente con mayor ansiedad y estrés y, ofrecerles ese espacio en el que poder hablar, se sientan apoyadas, acompañadas y reconfortadas por los suyos, aunque a veces tenga que ser a través de una llamada.


Lo qué necesité dependerá del tipo de persona, pero lo más importante será la empatía, como siempre digo una escucha real, activa, que no juzgue y acoja, y a su vez buscar lograr también que el hogar sea ese lugar donde pueda desconectar de su trabajo diario. Cada persona tenemos unas demandas y estas pueden ser muy diferentes o cambiar con mucha facilidad con tanta tensión, y es frecuente necesitar ese lugar a solas, en silencio, donde descansar, y ya después poder hablar sobre su día... Sentir que sus seres queridos están disponibles, dispuestos a escuchar, a respetar si necesitan estar un momento a solas o si por el contrario quieren estar todo el tiempo acompañados, son de gran ayuda en estos momentos.


Entre las posibles consecuencias, de estar trabajando durante el estado de alerta en primera linea en los centros hospitalarios, están:


Los rituales estrictos de limpieza tanto en los lugares de trabajo como antes de llegar a casa, se pueden convertir en patológicos, llegar a ser obsesivos, por el miedo de contagiarse ellos mismos o a los demás, ocupando gran parte de sus pensamientos y con un grado muy fuerte de preocupación.


Los elevados y permanente niveles de estrés a los que están sometidos, pueden ser imperceptibles ahora mismo y únicamente ser visibles como cansancio, dolores musculares y/o de cabeza, insomnio, pero a medida que la situación se prolongue o cuando todo esto pase y la activación disminuya, el estado de ánimo se verá afectado. Las somatizaciones aumentarán y la capacidad de gestionar sus propias emociones puede verse mermadas, pudiendo desarrollarse trastornos relacionados con el estado de ánimo como ansiedad y/o depresión.


Comprendemos que muchas personas que actualmente están trabajando no puedan permitirse este espacio en casa o no se lo puedan facilitar, por eso es importante buscarlo, si no es dentro de casa fuera, porque a nivel físico y mental las consecuencias pueden ser importantes.


El burn out, también conocido como el síndrome de “estar quemado” en el contexto laboral, implica experimentar un cansancio emocional y desgaste extremo en el trabajo. La crisis actual fomenta que los sanitarios que lidian con mayor frecuencia e intensidad con situaciones que implican una alta activación emocional, pueden desgastarlos. Acuden a su trabajo y ven como continúan las muertes a pesar de sus esfuerzos, sintiendo no poder controlar al 100% o que sus esfuerzos son insuficientes, lo que genera muchísima impotencia, y a veces desmotivación.


Situaciones como comunicar a los familiares la pérdida de un ser querido, presenciar fallecimientos de manera más frecuente y en condiciones donde los familiares no se pueden ni despedir; son situaciones especialmente intensas y difíciles de digerir emocionalmente que pueden superar la capacidad de sostenerlas, si llegas al límite. A veces intentan enfriarse emocionalmente para poder continuar, protegiéndose en esos momentos de esa carga emocional, o llegan a sentirse tan desbordados, que acuden al trabajo con ansiedad, irritables, tristes y colapsados.


El burn out, consigue que apenas te quede vitalidad para continuar con tu labor profesional, pues empleas toda su energía y te quedas sin la necesaria para ti mismo/a, al no tener un espacio de reparación o descanso suficiente ante la gran demanda de casos y debido al efecto prolongado de estar expuesto emocionalmente al sufrimiento humano.

Toda amenaza nos empuja a nuestra capacidad para resolverla, y eso nos lleva a hablar del concepto de resiliencia.


Resiliencia, etimológicamente, viene del latín “resilio” que significa “volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar”. Hace énfasis en una potencialidad para saltar ante la adversidad y volver a colocarnos. Sin ese sentimiento de amenaza no saltaríamos con tanta fuerza, por ello la resiliencia aparece sólo en condiciones de contacto con el dolor.


En psicología, la resiliencia se define como la capacidad para salir fortalecido de condiciones adversas o traumáticas, que conllevan una respuesta de afrontamiento eficaz a las mismas.


Un ejemplo que ilustra muy bien esta idea es el Holocausto, ¿Qué puede marcar la diferencia entre salir fortalecido ante semejante horror o hundirse? Se expone el caso de dos supervivientes, Primo Levy, escritor italiano, y Victor Frankl, psiquiatra austriaco. Ambos eran judíos y fueron internados en los campos de concentración, pero a su salida la forma en que afrontaron el trauma marcó la diferencia entre la vida y la muerte. Primo Levy acabó suicidándose, mientras que Victor Frankl creó “La logoterapia”, y escribió su obra maestra “El hombre en busca del sentido”.


Cuenta en su libro que fue la capacidad de proyectarse hacia un futuro y creer esperanzado que habría un futuro, lo que le permitió sobrevivir. Victor Frankl mientras estaba encerrado, se fijaba atentamente en el canto de los pájaros que se posaban en el terreno que él cavaba forzadamente todas las mañanas, y aquello le daba aliento vital para poder seguir. Fijarse en las pocas cosas positivas que había en el presente, no en el pasado ni tampoco en el futuro; sino nutriéndose de esas escasas gotas de bienestar que veía a su alrededor, le ayudó afrontarlo más saludablemente.


Victor Frankl entendió la dificil tarea de dar significado a sucesos tan dramáticos, y conectó con su dolor para aceptarlo y transformarlo en una mirada existencialista hacia la vida, que amplió sus horizontes. Se podría decir que Victor Frankl se encontró a sí mismo tras esa experiencia; utilizando, sólo bajo tan enormes condiciones de dolor, toda su potencialidad como ser. Cuando las personas están privadas de toda libertad para elegir, pueden crear un rincón en su interior para auto-determinarse por encima de la adversidad, y así obtener un motor para seguir adelante, aprendiendo a transformar el dolor en otra cosa, que siempre, dará un resultado más allá de lo que esperado.


La película “La vida es bella” del director Roberto Begnini, da grandes muestras de lo expuesto y en el mismo contexto.


La capacidad de resiliencia nos permite obtener fuerza para transformar los golpes recibidos, y proseguir el camino, dando lugar a lo largo del mismo o después a una persona nueva, que emergiendo del dolor se ha empoderado emocionalmente. Pero todo ello implica lidiar con el dolor emocional, no negarlo o evitarlo, sino poder hacerse cargo de él, acogerlo y transformarlo en un crecimiento personal generado a raíz del propio dolor. Creo que no es necesario definir más sobre ella, pues si no todos, es cierto que casi todos, podemos tirar de ejemplos propios vividos donde surgió nuestra resilencia.


En estos momentos de ansiedad y miedo intenso los enfermos también pueden mostrar conductas normales en estas situaciones anormales como conductas de ira, culpar a quienes los atiende, búsqueda constante de atención, etc. que incrementan el malestar y estrés en los sanitarios.


Algunas pautas para el autocuidado del personal sanitario podrían ser:


- Descansar, cada dos horas un descanso de 10 minutos.

- Dedicar un tiempo diario a realizar actividades de relajación.

- Evitar el tiempo de descanso a hablar con otros compañeros constantemente del coronavirus y sus consecuencias.

- Revisar los pensamientos, contrastarlos con la realidad y buscar datos objetivos que realmente nos confirmen los pensamientos catastróficos.

- Dedicar tiempo a actividades lúdicas.

- Cuidar el cuerpo, hacer ejercicios, respetar las horas de sueño y seguir una dieta saludable.


Si estás desbordado/a solicita ayuda si crees que lo necesitas. Si continuadamente estás enfadado, triste, con miedo, agotado, con culpa, desmotivado, con rumiaciones de pensamientos negativos recurrentes, flashback o somatizaciones pide ayuda a un/a profesional de la psicología. Al finalizar se ofrece una línea en la que puedes ser atendido/a por psicólogos/as profesionales.


Intenta ser consciente de tus límites, para cuidar bien es necesario también cuidarse bien a uno mismo, y tener presente que antes que profesional sanitario eres una persona.


Aunque la publicación está centrada más específicamente en los sanitarios que ejercen su labor presencialmente en los centros hospitalarios, una gran parte de la misma es extensible a todos los profesionales sanitarios o sociales que tanto presencialmente como desde casa ejercen labores de atención a la salud física o emocional y al ámbito social de las personas, especialmente aquellos/as que ofrecen su servicios a las personas o familias más vulnerables, ya antes y aún más en estos momentos.


"DONDE QUIERA QUE SE AMA EL ARTE DE SANAR, SE AMA TAMBIÉN A LA HUMANIDAD"

PLATÓN


Aquí y Ahora

Un cariñoso abrazo virtual.


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