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Ayto. Barbate. Inmaculada Puyol Glez. Psicóloga.

EL DUELO NOS DESAFÍA A AMAR UNA VEZ MÁS. Terry T. W.

Una de las situaciones mas complicadas y dolorosas que podemos vivir estos días de aislamiento es la perdida de un ser querido, especialmente si lo ha motivado el Covid-19. Muchas personas no están pudiendo acompañar a sus familiares durante los días de enfermedad, y es duro verse privado de poder hacerlo, tampoco muchos han podido además su ultimo adiós, estrechar su mano y mirar a los ojos de quien se nos va.

Tras el fallecimiento de un ser querido iniciamos un proceso de duelo, un proceso normal, adaptativo y necesario para ayudarnos a adaptarnos a su pérdida poquito a poco. Durante el mismo experimentamos emociones de tristeza, enfado, culpa, impotencia, entre otras. Cada persona en mayor o menor intensidad, dependiendo de las circunstancias en que se produce la muerte, sus experiencias previas y la personalidad de cada uno.


Por mucho que queramos dejar de sentir en esos momentos, queramos salir de ese dolor, no se puede, aunque si podemos aliviar o al menos modular la intensidad de las emociones, abriendole el paso a un pequeño o mayor bienestar.


El proceso de duelo, durante el Covid-19 es muy distinto, las circunstancias y contexto en que se da, van a influir en su desarrollo. A las emociones habituales del duelo ahora se suman las que provoca el confinamiento, el no poder acompañarlos y el no poder realizar la despedida que hubiésemos deseado.


Cuando perdemos a un ser querido es habitual pasar por una serie de fases, hasta poder acoger su pérdida. Hay que dejar claro que el duelo es un proceso muy personal e íntimo que se experimenta de tantas formas como personas existen, y cada una tiene su forma de afrontar la pérdida, no hay una mejor ni peor en sus inicios, no hay un modelo standar aplicable a todos, toda persona, forma y proceso han de ser respetados, y aunque se distinguen fases, tampoco se trata de un mero salto de etapas establecidas por igual en tiempo y forma, cada uno vamos dándole nuestros propios significados a lo sucedido, y damos nuestras propias respuestas ante el doloroso hecho.


Es muy importante no querer correr, aunque deseemos que pase lo más pronto posible ese punzante dolor, hemos de acogernos a la paciencia, a veces se prolonga el tiempo hasta aceptar la pérdida, más aún cuando la perdida ha sido inesperada, súbita. Tenemos que darnos tiempo, unas fases u otras podrán ser, probablemente, según cada persona más prolongadas y complejas de transitar.


Cada persona tiene su ritmo, respeta tu ritmo, ese es el que necesitas tú, ni mejor ni peor, el necesario, que aunque sea duro si es más prolongado, es necesario caminar el tiempo suficiente durante las fases del conjunto de todo el proceso del duelo.


No te metas prisa diciéndote a ti mismo que este dolor tiene que pasar ya, saber que este dolor es normal y es necesario experimentarlo, y aunque nos pueda parecer cruel, es el que te va a permitir gestionar su perdida de manera más saludable y adaptativa.


Lo más importante ahora es tenerte en cuenta a ti y a tus propias necesidades, muy probablemente te sientas en una montaña rusa con días mejores y días peores, y eso también es parte normal del duelo.


Un proceso de duelo incluye 5 fases, y como ya se ha dicho cada persona tiene su propia forma y tiempo de elaborarlo. Sucede que se mezclan también las fases, y también que a veces retrocedemos para volver avanzar.


La primera fase es la negación. En ella nos cuesta creer que ya no está entre nosotros, especialmente si la muerte se ha producido inesperadamente, llegando a veces ha provocar estados de shock que no es más que una defensa emocional ante lo sucedido. Es posible que esta fase se acentúe más de lo habitual por el hecho de lo inesperado, la imposibilidad de verle, acompañarle y despedirle, incrementando la dificultad de asimilar lo que estaba sucediendo y aumentando tras su marcha la sensación de irrealidad.


Fase de enfado-ira. Una vez que tomamos conciencia de su pérdida solemos buscar responsables, y a veces la culpabilidad la dirigimos hacia nosotros mismos diciéndonos lo que debía o no debía haber hecho y, hubiese sido diferente, o nos martilleamos preguntándonos ¿por qué me ha ocurrido esto a mi? ¿Por qué no insistí más en acompañarle? ¿por qué no me planté allí? ¿cómo pude dejarle solo/a? No le protegí lo suficiente…aumentando aún más nuestro dolor.


Fase de negociación. En esta fase se afronta la culpa que haya podido generarse y se produce una reconciliación con aquellos hacia los cuales se enfocó la ira. Ahora la culpa comienza a diluirse, y en este contexto concreto suelen surgir acciones dirigidas al compromiso, o a intentar mitigar que otros pasen por iguales circunstancias, se desea donar dinero para la investigación, se decide comenzar a apoyar más la Sanidad, surge la inclinación a colaborar voluntariamente, etc.

Fase de tristeza-depresión. Ya vemos la realidad tal cual, no está y no vamos a volver a verle, a veces sientes que no vas a ser capaz de soportarlo, y que no vas a conseguir salir de ese dolor. Hay tristeza, vacío ante la idea de saber que no regresará, a veces intenso dolor, te sientes roto por dentro y por fuera. A ello se añaden habitualmente pensamientos de que no vamos a ser capaz de vivir sin el /ella, de volver a retomar las rutinas anteriores, de recuperar las ganas, de si podré de nuevo ser capaz de disfrutar (e incluso sentirme mal si en breves momentos lo hago)…También es muy habitual en esta etapa recordar o ir a buscar momentos o frases junto a esa persona.


Fase de aceptación. Poco a poco se va aceptando la perdida, se comienzan a retomar las rutinas habituales. Se reconoce y acoge la pérdida, el dolor y sus repercusiones más adaptatívamente, comenzamos a sentirnos no tan derrotados, que se recuperan fuerzas, y convivimos más saludablemente emocionalmente con el dolor de su marcha, que la vida continúa, que disponemos de una fuerza interior que nos empuja a seguir adelante.

Como es normal, ante estas circunstancias pueden aparecer emociones que antes no habías experimentado o al menos no en la misma intensidad debido al contexto que conlleva aparejado el fallecimiento por Covid-19. Va ser muy importante que te permitas sentir lo que surja para poder afrontarlas de una manera adecuada.


Si eres una de las personas que has perdido a alguien, probablemente el estado de shock en el que te encuentras dificulte observarte a nivel emocional y ajustar lo qué sucede y te sucede.


Para ayudarnos en la identificación y expresión de las emociones y reacciones, colegas del equipo de psicólogos del Centro Clínico Área Humana de Madrid, ha publicado una guía muy acertada desde mi punto de vista, en la que nos informan de aquellas emociones más características en los procesos de pérdida, aquellas más presentes, quizás más aún cuando se trata de superar el duelo en el contexto del Coronavirus. Así como asesoran muy eficazmente sobre una serie de preguntas sobre qué hacer y qué no hacer ahora con el dolor, y que a continuación se transcriben:


Identificación y expresión de las emociones y reacciones


Miedo: Podemos sentir el cuerpo tembloroso y rígido, experimentar sensación de ahogo o mareo, temblores, inquietud e incluso bloqueo. Esta situación la llevas experimentando desde el principio de la crisis sanitaria y una pérdida de una persona querida agudiza las sensaciones de miedo, ya que tras la noticia de la pérdida lo que eran inicialmente alertas y posibilidades se han convertido en realidad.


Enfado: Quizás te están viniendo a la cabeza pensamientos de no he podido despedirme, no me permitieron estar a su lado en el hospital, no le pude hacer una despedida con todos los que le queríamos…Unido al enfado, pueden surgir emociones como la impotencia, sentir que no pudiste hacer nada por evitar el desenlace. La frustración, porque las circunstancias te limitaron para hacer las cosas como te hubiera gustado. La injusticia, por que esto te esté sucediendo a ti o por el final que ha tenido tu ser querido.


Tristeza: Me siento vacío. Siento que he perdido una parte de mi. Estos son algunos de los pensamientos que pueden estar presentes ante la pérdida. Cada uno de nosotros y nosotras experimentamos la tristeza de manera diferente, algunos con llanto, otras con búsqueda de soledad, otras con una elevada necesidad de sentirse bajo el calor de los suyos. La tristeza es la expresión del dolor ante una pérdida importante, puede considerarse como una forma de rendir tributo a alguien que se quiso y que fue importante en tu vida.


Culpa: Esta emoción puede aparecer con pensamientos de ¿por qué no lo traje a casa? ¿cómo no lo cuide más? Tenía que haber ido a comprobar que estaba bien…Mensajes en los que te culpabilizas en un intento por creer que pudiste haber evitado su muerte, en un intento por controlar la situación. Pero la realidad es que hiciste lo que pudiste y lo que supiste y que el final no dependía de ti.


Y ahora ¿Cómo afronto el dolor, qué hago, qué no hago?


Primero dejar claro que ninguna persona está preparada para algo así, pero aclarar algunas dudas para identificar mejor lo que conviene o no en estos momentos tan complejos, podrían ser las siguientes.



¿Afrontar el duelo en soledad o en compañía?


Combinar y equilibrar ambos va a ser saludable. Escucha tu dolor y trata de abrirte a los momentos de dolor íntimo y solitario. Pero no te aísles. Es sano que tu sufrimiento sea acompañado de otras personas que, también, sufren con él.


Junto a esos momentos de soledad, ten otros en los que compartas tu vivencia, con los medios que tengas a tu alcance, si no conviven otras personas contigo, a través de llamadas, vídeo llamadas, grupos de Whatsapp… realiza ceremonias de despedida, homenajes y recuerdos…


Evita en la medida de lo posible un aislamiento total, cortar el contacto con tus personas allegadas. Tampoco lo contrario: no tener ningún momento íntimo privado en el que te pares a pensar y dejarte sentir sobre lo sucedido.


¿Pensar o no pensar?


Pensar, mientras lo vayas pudiendo hacer. Date un respiro mental cuando sientas que lo necesitas.


Su ausencia física es algo en lo que pensarás toda la vida. Seguirá estando en ti pero de distinta forma. Por ello, cuando tu mente y tu cuerpo te hagan preguntas, te traigan imágenes o recuerdos, no cierres la puerta. Eso sería un desgaste enorme improductivo y aún más doloroso.


Es normal que necesites pensar en lo sucedido y en cómo ha sucedido. Y a la vez, si sientes que algunos días, esas preguntas o esas imágenes te invaden de forma continua, permítete compartirlas, contándoselas a alguien, escribiéndolas, dibujándolas o expresándolas y plasmándolas en la forma en que lo necesites. Tras ello, quizás te convenga tener momentos de descanso o distracción.


Con el tiempo irás entendiendo el significado de cada imagen, de cada pensamiento, dándole sentido a lo que hoy no parece tenerlo. Con el tiempo, poco a poco. Y si lo que piensas te hace más daño, trata de sostener ese dolor y pensar que no todo lo que piensas y llega a tu mente en estos momentos tan duros es completamente cierto: Es cierto que no pudiste abrazarle, ¿pero no te sentía al lado aunque estuvieras físicamente lejos? ¿Cuánto amor sí pudiste darle todo el tiempo que estuvisteis juntos?


Evita no pensar o distraerte continuamente como si no hubiera pasado. De igual forma, si sientes una continua invasión de pensamientos, haz lo posible por ir teniendo momentos del día en los que, aunque cueste y puede que no le encuentres sentido, te centres en rutinas, autocuidados y actividades cotidianas.


¿Escribir o sólo pensar?


Escribir siempre que puedas, expresa, dale forma a tus pensamientos, escríbelos. Te ayudará a procesarlos mejor, ordenarlos y observar cómo tu vivencia va cambiando con los días.


Escribe sobre lo que necesites, sobre cómo fue tu vida con esa persona, sobre lo que te gustaría haberle dicho o decirle en este momento, lo que crees que te respondería. Puedes escribir pidiendo perdón si lo necesitas, o dándole las gracias.


También puedes escribir cada día un relato de cómo vas sintiendo su ausencia física, o sobre los recuerdos que te van viniendo de lo compartido. Te puede ayudar a ir asimilando, aceptando y digiriendo lo sucedido. Escribe y siente lo que ello te genere. No ayuda el tratar de evitar expresar el dolor.


¿Guardar silencio o hablar de la pérdida?


Hablar de la pérdida. No hay duelo que no hable, no tengas dudas, habla de ello cuanto necesites, de la persona fallecida, de cómo has vivido y estás viviendo su pérdida. Según tu estado emocional sentirás que necesitas hablar con una u otra persona. Hazte caso.


Es bueno que hables con quién lo necesites, cuánto necesites y cómo lo necesites, dentro de las posibilidades de confinamiento. No te obligues a hablar con personas con las que no lo deseas en este momento. Cada persona tenemos nuestro ritmo en digerir la pérdida y más aún en las circunstancias en que se están dando estás pérdidas. Cualquier ritmo es válido, nadie debe forzar a nadie a hablar sobre lo que la otra persona no desee, ni forzar a silenciar lo que la otra necesite hablar.


Pasado un tiempo, cuando ya hayas expresado tu dolor, hayas compartido tus sentimientos, tus miedos, tus recuerdos, intenta retomar otros temas de conversación, volver a conectarte con tu día a día, con temas cotidianos, con ilusiones, motivaciones, que aunque te parezcan superficiales y que no te interesen en este momento, pueden hacer tu malestar más llevadero.


¿Reprimir emociones o validar emociones?


Valida lo que sientes. Tu duelo te traerá emociones con las que te será difícil convivir. No puedes elegir lo que sientes ante la pérdida, simplemente, recuerda que aquello que sientes o que aún no sientes es una reacción normal de tu cuerpo y de tu mente, que hacen lo posible por ir digiriendo el dolor. Simplemente, acepta y da validez a lo que vayas sintiendo, normaliza tu sentir, permítetelo, no te culpes por experimentarlo. Tienes derecho a sentir miedo, enfado, rabia…


Rituales de despedida: ¿Sí o no?


Sí. Los rituales de despedida nos ayudan a expresar nuestros sentimientos, a poner un poco de orden a nivel emocional y nos ayudan a tomar consciencia del proceso del duelo, a conectar con nuestro dolor, a integrar lo que ha sucedido.


En tiempo de confinamiento estos rituales de despedida serán diferentes, ya que serán más personales, más íntimos.


Realiza tu despedida si no lo has hecho ya o tengas la percepción de no haber dicho todo lo que querías, o te ha quedado algo pendiente. Prepara un escrito para el momento en el que puedas reunir a tus seres queridos, graba un vídeo y compártelo, escribe una carta, poemas, mensajes, cuyo contenido sea algo que le diríamos a esa persona, como si estuviera aquí. Expresa tus sentimientos a través de un diario, del dibujo, crear un álbum, construir una caja de recuerdos. Puedes crear un rincón del recuerdo, con una fotografía, un objeto simbólico, decorarlo como te guste y cada vez que lo desees ir a ese espacio para estar en silencio, hablarle, recordar momentos positivos, ver sus fotografías.


Puedes organizar un ritual de despedida social -encender velas en tu balcón, por ejemplo- realizar una ceremonia virtual, compartir acciones en tus redes sociales, crear un blog a modo de homenaje, un escrito, un montaje de fotografías, un vídeo… Así, podrás conectar con tus contactos y les brindarás la oportunidad de poder expresarte sus condolencias y apoyo.


Si no quieres, no te obligues, respeta tu espacio, tus tiempos, quizás no te apetezca compartirlo socialmente, igual prefieres hacerlo sólo para ti, o quizás has valorado que no es aún el momento. No tienes la necesidad. Tú decides, es tu derecho.


Finalizando esta extensa entrada, comparto también algunas palabras del cierre, al sentirme totalmente identificada con ellas, dirigiéndolas igualmente a todos vosotros:


“Muchas cosas carecen de una explicación racional que nos satisfaga del todo. Transitarás un proceso difícil. Lo que sientes se irá transformando y pasando por distintas fases. Harás todo lo que puedas, seguro. Lo harás bien. El dolor irá variando, la tristeza de la ausencia física se quedará, pero no en la misma forma en que la sientes ahora. Cuanto más hayas amado, más dolerá la despedida. Y también más grande será la satisfacción de haber vivido ese amor”

Y la concluyo trasladándoles que si necesitan despedirse, tanto si se ha producido la perdida o no, recomiendo atender a la propuesta del psicólogo Carlos Odriozola del Centro de Psicología Humanista de Málaga, especialista en la elaboración del duelo. Nos propone una herramienta que considero muy útil para quienes están pasando por tan dolorosa situación al no poder estar cerca o comunicarse con sus familiares o amigos enfermos o, en el peor de los casos, no tener la ocasión de poder despedirse.


En Memoria de todos quienes se han marchado en estos días de confinamiento !Descansen en Paz!... En especial a la Memoria de JMSS y de JVF, desde aquí también todo mi ánimo, apoyo, amor, cariño y compañía de la forma también a la que estas circunstancias me obligan y las que puedo ofreceros a vosotros amigos y a vuestros familiares, deseándoos un buen camino en vuestro proceso de duelo y pueda prontito ir asomándose la mayor serenidad posible en tan dolorosos momentos.


Aquí y Ahora

Un cariñoso abrazo virtual.

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